Divorcio, el heredero del matrimonio. Cap. 39

 



No podemos hablar de divorcio sin antes referirnos a su progenitor, el matrimonio, ¿no creéis?

El matrimonio o unión conyugal es una institución social fundamental, que involucra a dos personas físicas y naturales. Es la forma de oficializar un vínculo de pareja y someterlo a las normativas legales, sociales, morales e incluso religiosas dictaminadas por la sociedad.

El matrimonio es al mismo tiempo una figura legal, una ceremonia social y religiosa, y una entidad cultural tradicional, dependiendo de la tradición específica de una sociedad y su imaginario.


Así, el matrimonio es comúnmente regulado por la ley (sobre todo para prohibir las uniones que culturalmente se consideran inadecuadas, como las incestuosas), pero tiene una existencia milenaria, con presencia en sociedades que comprendían la justicia y el Estado de un modo muy distinto al contemporáneo.

De hecho, la palabra matrimonio proviene del latín matrimonium, derivada de la unión de los vocablos mater (“madre”) y monia, un término que se usaba para referirse a situaciones ceremoniales o legales, como en patrimonium (“patrimonio”, o sea, la herencia que el padre deja al morir). Este término se empleaba en la Antigua Roma para referirse al derecho de una mujer de ser la madre legítima y reconocible de los hijos de un varón, lo cual le confería el estado de casada (no disponible) y el derecho a heredar los bienes que dejara su marido al fallecer.

Además, suele considerarse que el matrimonio es la base de la sociedad. Esto se basa en la idea de que cualquier sociedad humana tiene como fin la perpetuación de la especie y la protección de las generaciones venideras. Para lograrlo se propone la unión matrimonial.

En suma, el matrimonio es la unión exclusiva de dos individuos que desean compartir todos sus bienes y derechos. En principio se trata de hombre y mujer, dado que se le atribuye al matrimonio el fin de la reproducción humana, pero este sentido ha cambiado en tiempos modernos.

Historia del matrimonio

El primer testimonio sobre el matrimonio lo encontramos en unas tablillas de mesopotamia datadas en el 2.350 A.C.

La historia del matrimonio comenzó con los modos en que las culturas antiguas celebraban y formalizaban la unión de sus reyes y nobles. A menudo se traducía en cambios dinásticos, uniones estratégicas o cambios en la sucesión del poder político, según fuera el caso.

En ese entonces los plebeyos no celebraban ningún matrimonio, pues no era necesario para tener relaciones sexuales o para concebir hijos. En todo caso, podían hacerlo según ceremonias muy simples. Era frecuente de la uniones de los plebeyos involucraran el intercambio económico: quien recibía la esposa también recibía el control de una dote, perteneciente a la mujer, que podían ser animales, propiedades o un terreno para iniciar una familia productiva y sostenerla.

Civilizaciones antiguas: Son muchas las interpretaciones de la unión entre parejas que podemos encontrar en los textos antiguos. Desde uniones concertadas, hasta uniones que realmente se hicieron por amor. Sin embargo, lo más habitual en la antigüedad eran los matrimonios concertados.

Muchas civilizaciones consideraban el matrimonio como un contrato privado entre el padre de la novia y el novio. Otras no consideraban a la mujer como un adulto a nivel legal, siendo ella la propiedad de sus padres primero y de su marido después. También existieron civilizaciones en las que la poligamia era algo totalmente normal.

Grecia: Caracterizado por su aspecto religioso. Hera era la protectora de las mujeres casadas (las bodas se hacían en invierno en homenaje a Hera. El matrimonio tenía como única finalidad tener hijos que dieran continuidad al linaje y siguieran con las tradiciones familiares para que los muertos pudiesen ser felices en el otro mundo. La boda era la transición de niña a mujer para la novia. Los matrimonios eran arreglados por lo general por los padres. Para la ley ateniense, un ciudadano no podía casarse con una mujer extranjera, ni viceversa, sin encontrarse con penas muy severas.​ Sin embargo, la proximidad de parentesco (anchisteia), o la consanguinidad (syngeneia), no eran, con raras excepciones, obstáculos para el matrimonio en Grecia; la única exclusión concernía a los descendientes directos. En Atenas, cuando un padre moría sin dejar testamento y sin hijos varones, su viuda no tenía otra opción que el matrimonio. La ley la obligaba a casarse con uno de los familiares, pero no en la línea ascendente.

Hedna y melia: Se conocía con este nombre a los regalos que recibía el padre de la novia por parte del novio. Sellaban la alianza entre familias. Con ellos el novio podía trasladar a su futura esposa desde la casa del padre hasta su propia casa. La celebración del matrimonio consistía en una ceremonia en tres partes, que duraba tres días: proaulia, que era la ceremonia de pre-matrimonio, gamos, que era el propio matrimonio, y epaulia, que era la ceremonia que se llevaba a cabo después de la boda.  Para que el matrimonio fuese legal, el padre o el tutor de la mujer debía conceder permiso a un hombre adecuado para casarse con su hija o pupila. Las bodas se celebraban principalmente en los meses de invierno. La pareja participaba en una ceremonia que comprendía rituales como la eliminación del velo, pero la convivencia de la pareja era lo que confería legalidad al matrimonio

Dependiendo de la cultura y la religión, el matrimonio podía ser monogámico (una sola mujer y un solo hombre) o poligámico (varias mujeres para un solo hombre), como en la tradición oriental. Pero tal y como lo entendemos hoy en Occidente, el matrimonio nació en la Antigua Roma.

La Antigua Roma: Su nombre era matrimonium y estaba sujeto a ciertas leyes y normas. Al principio, como en Grecia, era suficiente con la convivencia para garantizar la boda. Pero la historia de las bodas cambió con la creación del Derecho Romano. El matrimonio debía cumplir una serie de requisitos: La capacidad jurídica matrimonial, La edad legal, El consentimiento.

Las bodas se debían celebrar en junio (por la Diosa Juno). Los hombres con toga y ellas con velo. El novio pretendía que secuestraba a la novia y el matrimonio se consumaba en un sofá específico para ello (leptus).

Durante el Imperio Romano sólo se podían casar los ciudadanos romanos. Había dos formas de matrimonio:

  • Cum manu, por el que la esposa abandonaba la familia paterna y se incorporaba a la del marido; todos los bienes de la mujer pasaban a manos del esposo.

  • Sine manu, por el que la esposa permanecía bajo la patria potestad de su padre; la mujer puede tener sus propios bienes.


Existían tres tipos de matrimonios legítimos. 

Confarreatio: La más antigua y común entre los patricios. Un acto solemne en el que el novio daba una vuelta al altar tomando un poco de sal y pan. Con ello juraba amar a su esposa.

Coemptio: Una restauración de un tiempo en el que los hombres compraban a las mujeres para poder casarse. El novio pagaba al padre una moneda de plata y una de bronce por la unión.

Usus: Una forma de unión en la que la novia había estado un año conviviendo con el novio. Si pasaba tres días fuera de su casa, se consideraba que el matrimonio se había disuelto.

Por otro lado, los romanos también tenían en cuenta dos tipos de uniones ilegítimas:

  • Concubinatus: Se trataba de la unión entre dos personas libres a quienes les era impedido casarse, como extranjeros o soldados antes de los 25 años de servicio.

  • Contubernium: La unión entre dos esclavos o entre un esclavo y una persona libre. Consentida por un amo, podía ser disuelta por él en cualquier momento.

Impedimentos absolutos: Impubertad, Castración,Vínculo matrimonial no disuelto, La viuda antes de cumplirse el año de luto, Demencia

Impedimentos relativos:Parentesco, Posición social, Rapto, Tutela.



En todo caso, no podemos dejar de señalar que para el marido el deber de fidelidad no es más que un deber moral. Distinta es la situación de la mujer quien es severamente castigada en caso de adulterio, esgrimiéndose como razón que por esa vía podía la mujer introducir en la familia hijos de sangre extraña. En efecto, en el plano penal, daba derecho al marido de acusar a la mujer para efectos de ser castigada a una pena capital, previo juzgamiento por un consejo de parientes. En este sentido, la sanción del adulterio será durante largo tiempo un asunto de familia. En efecto según una ley atribuida a Rómulo, el marido y el pater tenían el derecho de dar muerte a la mujer infiel.Esta ley habría dejado de ser aplicada y olvidada, sosteniéndose que a fines de la República los maridos romanos se conformaban con el divorcio sin penalidad. Ante esto reaccionó César Augusto quien hizo votar la Lex Iulia de adulteris coercendis, que sometía a las mujeres infieles a una pena consistente en la relegación a una isla, sancionando al marido que no denunciaba a su mujer adúltera como autor del delito de corrupción, otorgándole un plazo de sesenta días para que él o el pater castigaran a la mujer en conformidad a las facultades que les reconocía el ordenamiento jurídico. Vencido este plazo, para que el crimen no quedara impune, la acción popular estaba abierta a cualquiera. De esta forma, el escándalo sancionaba a los maridos demasiado indulgentes. Constantino, tres siglos después intentó volver a la vieja reglamentación. Finalmente, Justiniano reemplazo la pena de muerte por la reclusión de la mujer en un monasterio, de donde podía salir, en caso de perdón del marido, al cabo de dos años.

Luego fue asimilado por la naciente cultura cristiana, en la cual se convirtió en un vínculo sagrado, celebrado ante Dios y conforme a ciertos ritos provenientes del Antiguo Testamento, es decir, de la religión judía.  El cristianismo y el protestantismo marcaron el devenir del matrimonio desde la Edad Media hasta la actualidad.

Edad Media y Edad Moderna

Durante la Edad Media, la expansión del cristianismo estableció la monogamia como base de la ley y convirtió al matrimonio cristiano en un sacramento y la única forma legítima de vivir en pareja.

Pero en el siglo XVI llegó el protestantismo, que rechazó este sacramento, anuló el celibato y confió al Estado el registro matrimonial. Toda una revolución en la historia de las bodas, ya que el matrimonio no quedaba únicamente vinculado a la religión.El matrimonio se fue convirtiendo más en una figura legal que en un nexo religioso indisoluble.

En 1875 se instaura por primera vez el matrimonio civil  que permitía casarse a personas de religiones distintas o impedidas por ley eclesiástica. Esto marca de forma definitiva la separación entre religión y estado. Un hecho histórico importante para el devenir de la historia de las bodas.También fue posible el divorcio, que permitía la interrupción del matrimonio, aunque la Iglesia tardó en reconocerlo, pues sus votos matrimoniales son “hasta que la muerte los separe”.

Más recientemente aún, surgió la necesidad del matrimonio igualitario o unión civil igualitaria, dependiendo de la legislación de cada país, que permite a las parejas homosexuales formalizar su amor y acceder a los mismos derechos que las heterosexuales. El derecho de las personas homosexuales al matrimonio recibió enormes resistencias de parte de los sectores conservadores, que aún prefieren pensar el matrimonio en términos religiosos y no en términos legales.

Características del matrimonio

El matrimonio, tal y como lo entendemos hoy en Occidente, se caracteriza por:

  • Ser un vínculo legal voluntario y duradero. Las personas se pueden casar únicamente por su propia voluntad, y deben hacerlo mediante una serie de ritos y ceremonias legales (y religiosas, si así lo desea) que atestiguan la validez y legitimidad del hecho.

  • Puede ser civil y/o religioso. Todo depende de las creencias de los cónyuges, aunque el único valedero ante el Estado es el civil, y el único valedero ante la Iglesia es el religioso.

  • Ser monógamo. Involucra a dos personas únicamente, quienes se comprometen a tener un vínculo amoroso y sexual exclusivo (fidelidad).

  • Es tradicional y convencional. Se rige por las convenciones y tradiciones sociales, morales y religiosas de la comunidad y la nación, por lo que puede tener marcadas diferencias de una región del mundo a otra.

  • Crear una comunidad de bienes. Llamada “comunidad conyugal”, implica que todas las propiedades y capitales obtenidos desde el inicio del matrimonio son de ambos cónyuges por igual, lo que implica un reparto común y la necesidad de arreglos en caso de divorcio.

Tipos de matrimonio

Existen los siguientes tipos de matrimonio:

  • Matrimonio religioso. Involucra un conjunto de ritos y ceremonias con un fuerte componente simbólico, determinados por el tipo de religión de la cual se trate: judía, católica, islámica, etc. Generalmente exige que ambos cónyuges practiquen la misma fe y suele ser mucho más rígida con sus mandatos y exigencias.

  • Matrimonio civil. Se trata de la contrapartida legal, laica y jurídica del matrimonio religioso, la cual se rige por las leyes del Estado y no por los mandatos de la religión o la moral. Por ende, es mucho más permisivo en ciertas ocasiones y es el único valedero ante la justicia.

  • Matrimonio igualitario u homosexual. Se trata de la unión entre dos personas del mismo sexo, bajo los mismos términos del matrimonio civil heterosexual. En algunas latitudes es más aceptado que en otras, y en algunas lo es bajo un nombre distinto al de “matrimonio”, como “unión civil”.

  • Matrimonio por conveniencia. Se llama así a los matrimonios que, en principio, no nacen del amor sino del interés, o sea, de un intercambio como cualquier otro. El matrimonio por interés no es bien visto socialmente, a pesar de que en la antigüedad todas las formas de matrimonio eran, en principio, por interés: un príncipe y una princesa solían casarse para unificar sus reinos, no porque se amaran, por ejemplo.


Importancia del matrimonio

El matrimonio es una figura central en la constitución de las sociedades. De forma más o menos explícita, todas las sociedades tienen como principio fundamental la reproducción de la especie y la conformación de nuevas familias. Por eso, el vínculo matrimonial desde un principio se ha visto protegido legalmente y amparado por costumbres sociales, morales y culturales.

Justamente por esa razón, la introducción de nuevas formas de matrimonio son siempre polémicas: se trata de un pequeño pero significativo cambio en la idea matriz de la sociedad. Para algunos implica hacerla más amplia, democrática y abarcadora de los estilos de vida que ya existen, mientras que para otros significa la pérdida o alteración de valores antiguos creados en una sociedad muy anterior y muy distinta a la contemporánea.

Estadística del matrimonio: La disminución del número de los matrimonios ha sido la tendencia de los últimos años, sólo interrumpida en 2022, cuando se produjo un repunte puntual de las bodas (179.107, la cifra más alta de la última década). Un aumento que se achaca a la celebración de enlaces que fueron aplazados por pandemia. En la merma del número de bodas incide un factor cultural: ya no se conciben como una meta que necesariamente hay que alcanzar en la vida, y se han ido sustituyendo por otras fórmulas de convivencia.

 Quienes sí formalizan su relación como matrimonio tienden a hacerlo cada vez menos por la Iglesia. De las 179.107 bodas que se celebraron en 2022, sólo el 19,4% fueron eclesiásticas. En 2011 supusieron el 39,06% del total (63.805 bodas católicas de 163.338) mientras que en 2001, tres de cada cuatro españoles que se casaban, el 73,2%, lo hacían por la Iglesia: 152.067 matrimonios de 

207.492.

La edad media de los contrayentes fue en 2022 de casi 38 años, cuatro más que en 2011 y siete más respecto a 2001.


Curiosidades de las bodas:

-El vestido blanco: Lo instauró la Reina Victoria en 1841 por ser el mejor color para resaltar los bordados del vestido, antes era de colores brillantes.

-Ramo: Era un ramo de hierbas (11 tipos)  que los novios consumían en el banquete, solían tener hierbas aromáticas (para disimular el mal olor de la novia) y afrodisíacas. La reina victoria impuso el ramo de flores en vez de hierbas.

-Vestido de novia: Las invitadas rasgaban trozos como amuletos de buena suerte y fertilidad.

-Damas de honor: Vestidas igual que la novia para evitar que se secuestrase a la novia por el camino hacia el pueblo del novio y para evitar que los malos espíritus poseyeran a la novia.

-Velo: Evitaba que el novio viera si la novia le gustaba o no.

-Padrino: Era una forma de asegurar que el novio fuera a la boda.

-Anillo: Simbolizaba el contrato comercial y el amor.

-Despedida de soltero: Solo para los hombres hasta la revolución del 68.

-Cruzar la puerta con la novia en brazos: Viene de los soldados romanos que secuestraban mujeres para casarse con ellas.

-Luna de miel: Se visitaba a los familiares que no habían podido ir a la boda.



Divorcio


El divorcio es el acto legal de interrupción del matrimonio, es decir, la separación legal que disuelve la comunidad conyugal (la comunidad de bienes creada por el matrimonio).

Se realiza conforme a términos acordados jurídicamente, dependiendo del grado de entendimiento de los cónyuges que están por separarse. En algunos casos, uno de los dos debe demandar al otro para exigir el fin del matrimonio, y se establece un juicio.

El divorcio, si bien aceptado por algunas iglesias, no es afín a la religión. En muchos casos los individuos divorciados no pueden volver a casarse por la iglesia, hasta que se produzca la muerte de su ex pareja, pues a los ojos de la religión, sigue casado con ella.

HISTORIA DEL DIVORCIO: LOS INICIOS.

Las primeras leyes sobre el divorcio se escribieron en tablillas de arcilla en la antigua Mesopotamia alrededor del año 2000 a. C.

De modo formal o informal, las sociedades, en distintas épocas y lugares, han establecido reglas para unir y separar parejas. 

Las parejas incas, por ejemplo, comenzaban con una unión de prueba, durante la cual el hombre podía enviar a su pareja a casa. Pero una vez que se formalizaba el matrimonio, no había forma de romperlo.

En la antigua Grecia, ambos cónyuges tenían el poder de iniciar un divorcio. El marido simplemente tenía que enviar a su esposa de nuevo a su padre para poner fin al matrimonio.32​ La esposa para obtener el divorcio, tenía que presentarse ante el arconte rey.

En la antigua Roma: Plutarco contaba que Rómulo, el primer rey de Roma, promulgó una ley «muy dura», que «no permitía a la mujer abandonar a su marido y, en cambio, permitía a este repudiar a la mujer». El repudio, sin embargo, se consideraba justificado solo cuando la esposa incurría en faltas graves, como provocar un aborto, envenenar a los hijos o cometer adulterio. Los divorcios no requerían trámites legales. Para repudiar a su esposa, el marido le decía: «Coge tus cosas y vete» 

En esos casos, al divorciarse, la mujer perdía todos sus derechos y bienes, y quizás hasta la vida, si el marido la sorprendía ebria o en adulterio, según otras fuentes. Plutarco añadía que «si alguien repudiaba por otras razones, Rómulo había ordenado que parte de su hacienda fuera para la mujer, y parte quedara consagrada a Deméter». Es decir, la mujer recuperaba sus bienes gestionados por el esposo, pero no íntegramente, sino que una parte se destinaba a expiar su culpa ofreciéndola a la diosa de la fecundidad y las cosechas. Desde inicios del siglo II a.C. el divorcio empezó a hacerse más habitual. Esto fue posible por la generalización del matrimonio sine manus, en el que la esposa quedaba bajo la tutela de su padre y no del marido, lo que permitía a la mujer tomar la iniciativa del divorcio manteniendo la propiedad sobre sus bienes particulares. 

Las causas legítimas para el divorcio se incrementaron y más tarde fueron incluidas en el Código de Teodosio (siglo V). A veces se trataba de infracciones de tipo moral que imposibilitaban continuar con la vida en común. Así, el esposo podía repudiar a su cónyuge si ella había acudido a fiestas, si dormía fuera de casa, si asistía a espectáculos teatrales, al circo o al anfiteatro sin saberlo o consentirlo él o si ella lo maltrataba físicamente. La esposa, por su parte, podía alegar que el esposo llevaba mujeres impúdicas al domicilio conyugal. Otras causas de separación eran la mala salud, la locura o la ausencia prolongada de uno de los esposos. 

Entre los pueblos inuit, se desaconsejaba el divorcio, pero cualquiera de los cónyuges podía exigirle al otro un intercambio con otra pareja, siempre que los cuatro estuvieran de acuerdo.

LA RELIGIÓN.

Las autoridades religiosas, a menudo, han regulado el matrimonio y el divorcio. Los musulmanes en África, el Medio Oriente y Asia comenzaron a usar las reglas del Corán en el siglo VII d.C. Generalmente, el esposo puede divorciarse de su esposa sin causa, mientras que la esposa debe obtener el consentimiento de su esposo para divorciarse de él.

En Europa, las iglesias cristianas controlaron el divorcio a partir del siglo XI. La Iglesia Católica lo prohibió por completo y las iglesias protestantes lo permitieron en circunstancias restringidas, particularmente para el adulterio.

LA REVOLUCIÓN.

A finales del siglo XVIII, se dieron una serie de cambios que, con el tiempo, formarían las leyes del divorcio en todo el mundo. Después de siglos de conflicto religioso, los europeos presionaron para separar los poderes eclesiásticos y estatal. Los tribunales seculares se hicieron cargo gradualmente de la educación, el bienestar, la salud, el matrimonio y el divorcio.

La Revolución Francesa marcó el inicio de la primera de las nuevas leyes del divorcio, permitiendo que hombres y mujeres se divorciaran por una serie de motivos, incluidos el adulterio, la violencia y el abandono, o simplemente por mutuo acuerdo. Aunque el progreso fue desigual, en general, este tipo de legislación se extendió en el s. XIX por Europa, América del Norte y algunas colonias europeas.


ÉPOCA MODERNA.

Sin embargo, a menudo, el acceso de las mujeres al divorcio, permanece restringido en comparación con los hombres. El adulterio ha sido visto para las mujeres como algo más grave que en los hombres. Un hombre podía divorciarse de su esposa solo por adulterio, mientras que una mujer necesitaba una prueba de ese adulterio además de otra infracción. A veces, este doble rasero estaba escrito en la ley; otras veces, era porque los tribunales aplicaban las leyes de manera desigual.

La violencia doméstica de un hombre contra su esposa no fue considerada como motivo de divorcio hasta el siglo XX. Y aunque las nuevas leyes ampliaron las razones por las que una pareja podía divorciarse, también mantuvieron la ideología de sus predecesores religiosos: que una pareja solo podía separarse si una persona perjudicaba a la otra de manera específica.

Esta situación realmente se mantuvo durante mucho tiempo. Hasta bien entrado el s. XX, las parejas estadounidenses recurrían a actores para que se metieran en la cama con su pareja, completamente vestidos, y se hicieran fotos como prueba de infidelidad. Finalmente, en las décadas de los sesenta y setenta del s. XX, muchos países y estados adoptaron leyes de divorcio sin culpa, en las que cualquiera podía divorciarse sin demostrar perjuicio y, lo que es más importante, sin el consentimiento del otro.

Aunque la ley permita el acceso igualitario al divorcio, los prejuicios en el sistema legal, el estigma cultural o las presiones de la comunidad pueden hacer que sea mucho más difícil para ciertas personas, casi siempre mujeres. E incluso en los lugares donde las mujeres no están discriminadas legalmente o de otra manera, las condiciones sociales y económicas a menudo hacen que el divorcio sea más difícil para las mujeres. En la mayoría de países desarrollados, las mujeres experimentan pérdidas económicas mucho más que los hombres después del divorcio.

Radiografía del divorcio en España

El 22 de junio de 1981, en el pleno del Congreso de los Diputados, se aprueba la ley del divorcio en España con 162 votos a favor, 128 en contra y 7 en blanco (Ley que fue impulsada por el presidente del Gobierno Adolfo Suárez y por el ministro de Justicia Francisco Fernández Ordóñez).

El escritor Frédéric Beigbeder sentenció en una de sus novelas que el amor dura tres años. No es cierto. Dura unos 16. Al menos, según la última estadística del INE, que confirma que la duración media de los matrimonios en España antes de romperse legalmente es de 16,5 años. Es más, el 30% de los divorcios se producen tras 20 años de matrimonio.


Las rupturas conyugales experimentaron un crecimiento significativo entre 1980, a raíz de la aprobación de la Ley del Divorcio, y 2006. Desde 2014, las rupturas han experimentado, año tras año, una tendencia a la baja (explican los expertos, se debe a un disminución también del número de los matrimonios). Los españoles cada vez nos divorciamos menos. Así lo reflejan los últimos datos del INE, que recogen que durante el año 2022 se produjeron 84.551 disoluciones matrimoniales (la suma de divorcios, separaciones y nulidades), lo que supone una disminución del 6,7% respecto a 2021.

Vamos a una mayor inestabilidad de las parejas porque se están alterando los procesos de emparejamiento. Antes sabías, más o menos, qué potencialidad de emparejamiento podrías tener, sobre todo en un país como España, de poca movilidad geográfica. Las redes sociales y la pandemia han abierto el mercado de emparejamiento.


Entre los 40 y los 49 años La franja de edad de los divorciados o separados va de los 40 a los 49 años y lo habitual (casi la mitad de los casos) es que tengan hijos o hijas menores de edad. La media de edad de las mujeres recién divorciadas o separadas es de 45,6 y la de los hombres, ligeramente superior, 48.


Conflictividad

En España, la mayoría de los divorcios (casi un 80%) son consensuados. Sin embargo, la experiencia de los abogados de familia confirma que “la conflictividad está a la orden del día” y el alto índice de incumplimientos respecto a lo que dicta la sentencia o el acuerdo de divorcio.


¿Por qué no nos divorciamos? La principal causa de divorcio es la convivencia y la elección de la persona errónea (lo bueno se deprecia y lo malo es cada vez peor). Hay parejas con serios problemas de convivencia que no se divorcian. La experiencia de los abogados confirma que los motivos principales para seguir juntos son el impacto económico que supone una ruptura,el sufrimiento que puede acarrear en los hijos, la pérdida de estatus social y la presión del entorno.


Los 4 factores de una pareja que puede perdurar : escala de valores similar, compatibilidad de caracteres, buen acoplamiento sexual, proyecto de vida convergente. Si esto se da, hay que trabajarlo para que funcione y se mantenga. Los cambios vitales (nido vacío, jubilación, enfermedad….) son obstáculos que la pareja habrá de afrontar y aceptar para fortalecerse y seguir adelante.


Desde 2005, para solicitar y decretar el divorcio de una pareja no es necesario alegar ni acreditar causa alguna. Pero ¿por qué rompen los españoles? 

En las parejas jóvenes el fracaso se da al no ser capaz de acoplarse al otro, a renunciar a los deseos del “niño” en favor de la unión común, la crisis es muy intensa y breve, la relación se disuelve. En las parejas duraderas el fracaso va de la mano de la incapacidad para cambiar y las rutinas establecidas son muy fuertes la crisis es menos intensa pero se alarga en el tiempo hasta puede llegar a convertirse en el estado natural de la relación.

Ruptura reactiva: Me divorcio porque me han ofendido. Hay un comportamiento de la otra persona que nos es intolerable (cuernos, mentiras gordas, uso de violencia…)

Ruptura activa: Me divorcio porque se me ha acabado el amor o las ganas.

Ruptura preventiva: Me divorcio porque sospecho que esto va a ir mal, o porque sé que me has dejado de querer y te dejo yo para que tú no me puedas dejar.

Ruptura narcisista: Me divorcio porque no me sirves ni adoras como antes y como yo creo que merezco.

Ruptura consensuada:  Me divorcio porque el proyecto ha fracasado y estamos de acuerdo.


1. Falta de compromiso Muchas veces uno de los miembros de la pareja se da cuenta de que no es una de las prioridades del otro. Esto es un problema muy grave, ya que supone una falta de compromiso emocional y de dedicación de tiempo en la relación. La persona que percibe esta falta de compromiso se suele sentir sola dentro de su matrimonio y apartada ante otras personas o aficiones. Produce una inestabilidad emocional que hace que sea muy complicado seguir con la relación.

2. Agresividad continua La agresividad es un espejo de frustración e inconformidad. Es algo que una pareja no soporta y uno de los motivos principales de divorcio. Las emociones están muy vivas en estas relaciones, puesto que uno refleja sus sentimientos en el otro haciéndole sentir culpable. Produce falta de comunicación y rechazo hacia el otro.

3. Infidelidad Este es uno de los casos en el que se rompe un pacto creado en el inicio, la fidelidad. Muchas veces es resultado de un deterioro creado con anterioridad, mientras que otras es tan solo el inicio del problema. Cuando se produce este hecho, se pierde confianza en la pareja, fundamental para continuar con el matrimonio.

4. Expectativas defraudadas Cuando conocemos a alguien nos creamos una imagen idílica de esa persona. En la fase de enamoramiento pasamos por alto los detalles que no nos gustan. Sin embargo, llega un momento en el que esa fantasía se cae. Ese es un problema muy grave, pues significa que la pareja no ha estado a la altura de las circunstancias ante una situación.

5. Falta de equidad Una de las bases de las parejas es el equilibrio. Una relación no puede funcionar si uno aporta mucho más que el otro. No estamos hablando solo de temas económicos, sino de la realización de tareas de manera más justa o del cuidado de los niños. Que uno se sienta el único responsable de un hecho, crea inconformidad, generando problemas en la relación.

6. Abuso Sobrepasar los límites morales en la pareja es un hecho imperdonable. Puede ser de muchos modos. Es una de las situaciones más difíciles de asumir y afrontar, por lo que la víctima suele necesitar ayuda para recurrir al divorcio.

7. Dificultades económicas El dinero suele estar relacionado con otros problemas, ya que en las relaciones sanas se suelen enfrentar estas situaciones como un equipo. Sin embargo, cuando hay otras situaciones complejas, esta suele ser un determinante. Puede generar frustración y dependencia.

8. Falta de comunicación Es uno de los principales motivos por los cuales una pareja acude a terapia. El problema no está en no hablar, sino en no escucharse ni comprenderse. Supone falta de empatía y de interés hacia la otra persona. Que las parejas se comprendan y apoyen es fundamental para que el matrimonio funcione.

9. Cambio de prioridades Es muy normal que cada miembro de la pareja despierte el interés por aspectos nuevos y cosas que antes hacían de unión ahora separen. Por ejemplo, la idea de comprar una casa más grande o de tener varios hijos, pueden ser ideas inicialmente comunes, pero que a lo largo del matrimonio uno de los miembros deja de desear.

Nuestro blog: https://auditandoeluniverso.blogspot.com


Auditando en Instagram:   / auditandoeluniverso  


Síguenos en TikTok:   / auditandoeluniverso  


y sobre todo gracias a Alejandro C. G. por ayudarnos con la música para el podcast. Os dejamos su Instagram para que le deis amor a él tambien:   / frzo_fr

Comentarios

Entradas más populares de este blog

TRANSGENERACIONAL

ESTOICISMO

El buen morir