¿Nos hacemos un WOKE? Cap. 31


La palabra "woke" ha estado asociada en las últimas décadas con diferentes movimientos en contra de las injusticias sociales, y recientemente ha incluso generado una cruzada en su contra de parte de amplios sectores de la política en Europa, que temen su impacto.

¿Pero qué es exactamente ser o estar woke?

En sus orígenes en las comunidades negras de Estados Unidos, "woke" era usado para describir a las personas que han despertado (de "wake up", en inglés) a las cuestiones progresistas, y están alertas a las injusticias.

¿De dónde proviene el término woke?

Se cree que el primer uso de la palabra tuvo lugar en la década de 1940 entre las comunidades negras de Estados Unidos como un llamado al activismo sindical.

Desde entonces "stay woke" (estar alerta) ha sido una expresión propia de las comunidades negras, se llega a decir que en 1965 Martin Luther King “la usó” en su discurso "Remaining Awake Through a Great Revolution" (Permanecer despierto a través de de esta gran revolución).

Pero la explosión en su uso se dio con el surgimiento del movimiento Black Lives Matter en 2013, tras la muerte de Trayvon Martin en Florida. Como oposición a la violencia policial contra los negros en Estados Unidos y cobró fuerza en redes sociales.

La expresión "stay woke" comenzó entonces a ser usada en paralelo al surgimiento de Black Lives Matter, y luego lo trascendió: también se invocó en el marco del #MeToo, contra el acoso y el abuso sexual y en otros movimiento contra diferentes injusticias.Desde entonces la definición woke y el alcance del "wokeismo" se han expandido.

¿Qué es ser o estar woke? Algunas definiciones

El Diccionario Oxford la incorporó en 2016, y ofrece esta definición, ubicada dentro del paraguas del inglés informal estadounidense: "Alerta ante la injusticia en la sociedad, especialmente el racismo".

Mientras que el diccionario Merriam-Webster define a woke como "consciente y atento a los hechos y cuestiones importantes (especialmente a las cuestiones de justicia racial y social)", y lo califica como slang, jerga, estadounidense.

Así como hay gente que se autodefine con mucho orgullo como una persona "woke", que está alerta a la discriminación y la injusticia, hay muchos otros que utilizan el adjetivo como un insulto.

El propio diccionario Oxford hace la distinción. Debajo de la definición, agrega lo siguiente:

"Esta palabra a menudo se usa con desaprobación por parte de personas que piensan que otras personas se molestan con demasiada facilidad por estos temas, o hablan demasiado sobre ellos de una manera que no cambia nada".

O como apunta el diccionario Merriam-Webster, se usa con desaprobación para referirse a alguien políticamente liberal (como en asuntos de justicia racial y social) especialmente de una manera que se considera irrazonable o extrema.


Evan Smith, profesor visitante de la Universidad Flinders de Australia y autor de "No Platform: una historia del antifascismo y los límites de la libertad de expresión", dijo a CNN que en el Reino Unido, woke se utiliza para "describir todo lo que antes podía calificarse de 'políticamente correcto'".

El término "se utiliza para describir una amplia gama de ideas y movimientos relacionados con la justicia social", como el antirracismo, el feminismo interseccional, los derechos de los transexuales y las historias críticas de los imperios.

Para Samuel Hayat, investigador de política en el Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) de Francia, muchos en los sectores tradicionales de este país europeo ven al woke como una atroz importación estadounidense de teorías sobre la raza, el poscolonialismo y el género, que, según ellos, suponen un riesgo para los valores y la identidad franceses.

Es decir, que mientras que para algunos ser "woke" es tener conciencia social y racial, y cuestionar los paradigmas y las normas opresoras impuestas históricamente por la sociedad, para otros describe a hipócritas que se creen moralmente superiores y quieren imponer sus ideas progresistas sobre el resto.

Los críticos de la cultura "woke" cuestionan, sobre todo, los métodos coercitivos que utilizan algunos "policías de la palabra" -así los definen- contra quienes dicen cosas o cometen actos que ellos perciben como misóginos, homofóbicos o racistas.

En particular ha generado mucho malestar el uso de un método conocido como la "cancelación": un boicot social y profesional, que suele realizarse a través de las redes sociales, contra individuos que actuaron o dijeron algo que para ellos es intolerable.

Para las personas "woke", se trata de una forma de protesta no violenta que permite empoderar a grupos históricamente marginalizados de la sociedad y corregir comportamientos, sobre todo de los sectores más privilegiados, que hasta ahora eran parte del statu quo y persistían sin castigo ni cambio.

Pero para los críticos es corrección política llevada al extremo, que atenta contra la libertad de expresión y "los valores tradicionales estadounidenses".


Lo que empezó como un choque cultural se fue transformando en un enfrentamiento político.

El término "woke" se convirtió en sinónimo de políticas de izquierda o liberales que abogan por cosas como la equidad racial y social, el feminismo, el movimiento LGBT, el uso de pronombres de género neutro, el multiculturalismo, el uso de vacunas, el activismo ecológico y el derecho a abortar.


DEL WOKE DE LOS 60 A LA ACTUALIDAD 

El WOKE está muy influido por la revolución del 68. De ella recoge la identidad liberal de la contracultura, el apoyo a las minorías, la masificación de las universidades, consumo de drogas, ¡televisión nacional, la revolucion sexual. Más adelante se une al progresismo (doctrina política y social orientada, generalmente, hacia el desarrollo de un estado del bienestar, la defensa de derechos civiles, la participación ciudadana y cierta redistribución de la riqueza.) y al liberalismo descentralizado ( libertad individual, la igualdad ante la ley y la limitación de los poderes del Estado.) y el relativismo de la filosofía de Foucault (Sostenía que lo que cuenta como verdad cambia con el tiempo, aunque en un momento dado esta pueda asumir un carácter fijo e inexpugnable.La teoría del Poder de Foucault analiza, los micropoderes que circulan en el orden social. Por ello, el pensador francés afirma que todo saber implica poder y todo poder, un saber específico. En otras palabras, todo discurso está atravesado por relaciones inherentes de poder).  Buscando la igualdad social y el individualismo (el cual ya era exigido por los anarquistas). En su núcleo ideológico los individuos se dividen en dos: la mayoría opresor y la minoría oprimida y desfavorecida

Más tarde en los 70 y 80 la palabra Woke parecía propia del vocabulario de los campus estadounidenses, e incluso solo de los más radicales. Definía a un sector particularmente activo de los estudiantes norteamericanos, convencidos de ser unos cruzados de la justicia social, movilizados particularmente por las cuestiones de la “raza” y del “género” y dispuestos, fuera como fuera, a emprender un juicio definitivo contra el mundo occidental y más en particular contra el hombre blanco, que lo encarnaría en toda su abyección.

Este movimiento era conocido por su extremismo e incluso por su fanatismo, convencido como estaba, y sigue estando, de tener el monopolio de la verdad, de la justicia y del bien.

En ciertos aspectos puede considerarse la ideología Woke como una nueva ola del movimiento de la corrección política, que desde los años 80 pretende descolonizar la universidad estadounidense y sus conocimientos. Había que prescindir de Homero, Platón, Aristóteles, Shakespeare y muchos otros porque su abrumadora presencia marginaba los conocimientos y las perspectivas minoritarias, con las cuales sería posible llevar a cabo una revolución epistemológica y política contra la civilización occidental. Había que imponer una nueva relación con el mundo.

En aquella época estaba bien visto reírse de todo esto y tranquilizarse repitiéndose uno mismo que tal moda estaba destinada a desaparecer. En París se creía, incluso, que semejante delirio no atravesaría el Atlántico. No fue así. En absoluto. Lo políticamente correcto se ha institucionalizado, multiplicando los departamentos y programas basados esencialmente en el rechazo a la civilización occidental. Ahora es la ley en la universidad estadounidense. La ideología Woke ya nadie puede creer que sea marginal.

A partir de un momento dado, la cultura Woke salió de los confines del campus y se expandió por la vida pública. Más que eso. Se impuso en el corazón de la vida pública a ambos lados del Atlántico. Sus conceptos se han normalizado en el vocabulario mediático y en el discurso político y empresarial. Colonizan el imaginario colectivo. Sus militantes se encuentran en puestos de responsabilidad incluso en el seno de la administración municipal y se han convertido también en sus cómplices y promotores. Impregna el lenguaje del management y de la publicidad.

Este movimiento se expande ante una clase política que no sabe muy bien qué responder o cómo hacerle frente y que incluso siente la tentación de multiplicar las concesiones.

Gran parte del poder de la ideología Woke proviene de su manipulación orwelliana del lenguaje: sus teóricos y militantes se inventan una neolengua de la diversidad que funciona a modo de trampa ideológica. Se apropian de una palabra que sea objeto de reprobación universal y le asignan una nueva definición.

EJEMPLOS: Identidad sexual, delitos de género (de qué genero)

Aliado: hombre consciente de sus privilegios dispuesto a deconstruirse por la igualdad real tras un proceso de reflexión y entendimiento. Lo que antaño se conocía coloquialmente como «pagafantas».

Alienada: mujer sin conciencia de género, con ideología de derechas, que por su privilegiada clase social, jamás por méritos, ha accedido a puestos de responsabilidad. Colabora con el heteropatriarcado para mantener ese

Apropiación cultural: según el diccionario de Oxford, adopción no reconocida o inapropiada de costumbres, prácticas, ideas, etc. de un pueblo o sociedad. Incurren en ello los músicos blancos del sur de EEUU influidos por la música negra, los pintores cubistas, Rosalía y hasta Enrique Morente….

Bropropriaing: acto masculino de apropiarse de la idea de una mujer. Se ha dado a lo largo de la historia con el fin único de invisibilizar y despreciar al género femenino. El hecho de que también ocurra de hombres hacia hombres o de mujeres hacia hombres no debe influir en absoluto en el diagnóstico final: es un acto machista.

Deconstrucción: camino de santidad. Siguiendo las enseñanzas del Buda Gautama, y de Robin Diangelo, los individuos examinarán sus vidas para reaparecer al otro lado del espejo, renacidos.

Empoderamiento: los individuos pertenecientes a sectores sometidos, accederán a un nivel superior de sabiduría, propiciando cambios sociales tendentes a mejorar su situación,

Heteropatriarcado: orden sociopolítico responsable de todos los males, caracterizado por la supremacía masculina heterosexual, que provoca consciente y premeditadamente toda clase de injusticias, desigualdades y desafueros desde tiempos inmemoriales.

Mansplaining: acto masculino de explicar una idea a una mujer presuponiendo que no puede entenderlo por su condición de hembra dotada de una capacidad intelectual inferior. Esta intencionalidad es suficiente que sea presupuesta, no siendo indispensable que acontezca para que se confirme la maldad y discriminación del hecho.

Manspreading: acto masculino de abrir las piernas al sentarse en el transporte público, ocupando más espacio del necesario, con la clara intención de despojar de él a la mujer. No confundir con mala educación o poca urbanidad.

Manterrupting: interrupción continua del hombre a la alocución de la mujer que le impide exponer sus argumentaciones con fluidez y naturalidad. Lo deseable, desde el feminismo y la transversalidad, es que los diálogos se desarrollen como monólogos consecutivos, en riguroso orden, como un coloquio de La 2.

No binario: designación autorrefutable: se es «no binario» frente a lo binario, luego se es binario por definición al pertenecer a un orden de dos elementos.

Nuevas masculinidades: conjunto de cualidades del hombre que busca una ruptura con los roles de género atribuidos históricamente a este, dejando de estar sometido a normas dictadas por un orden social protervo para hacerlo a las dictadas por otro de indiscutible probidad. Aquello que el Fary, en su inmensa sabiduría, definió como «el hombre blandengue».

Señoro: hombre heterosexual y blanco no dispuesto a renunciar a sus privilegios históricos, convencido de que la razón está por encima de la emocionalidad. Con sesiones de reeducación podrían deconstruirse/reconstruirse. El resto, desterrado a Sentinel del Norte, célebre por su hospitalidad.

Sororidad: solidaridad entre mujeres por el hecho de serlo, sin atender a cualquier otra variable. Solo aplicable entre mujeres de izquierdas: «el feminismo no es de todas, bonita, se lo ha currado el pensamiento socialista» (Carmen Calvo).

Transversalidad: designa políticas, ideas o iniciativas que no se identificarían con el clásico orden ideológico basado en la diferencia entre derecha e izquierda. Palabra comodín que añadida a cualquier exposición, junto con inclusivo y feminista, eleva moralmente cualquier mensaje vacuo y deslavazado.

WOKE: Despierto, que ha visto la luz. Niega que las sociedades occidentales modernas sean las menos violentas, racistas y sexistas de la historia. Antepone la pureza moral a los hechos. Entiende que tanto la universalidad como la objetividad disculpan la opresiónl

Wrongskin: Nacer con la piel equivocada. En 2015 se descubrió que Rachel Dolezal, activista de los derechos afroamericanos, no descendía de negros como había hecho creer. En lugar de reconocer la mentira, acuñó el término transracial. ¿Sería Michael Jackson un pionero incomprendido? 


"Capitalismo woke"

Los debates sobre el "wokeismo" no solo dominan la agenda política y cultural estadounidense. También han permeado el mundo empresarial.

Algunas compañías se han encontrado en el ojo de la tormenta por adoptar cambios que son interpretados -para bien o para mal- como "woke".

Un caso conocido es el de Gillette, que generó controversia en 2019 con una publicidad llamada "Lo mejor que pueden ser los hombres", en el que se criticaba comportamientos masculinos "tóxicos" como el bullying, el acoso sexual y el sexismo.El golpe económico que sufrió Procter & Gamble, dueña de la compañía, llevó a la creación de un meme que se ha popularizado entre la derecha: Get woke, go broke ("Hazte woke, quiebra").

En los últimos tiempos, la empresa que más ha recibido elogios y críticas por ser considerada "woke" es Disney.En abril pasado, el gobernador DeSantis firmó una ley para retirarle a la Walt Disney Company su estatus legal especial que le permite autogobernarse en el estado de Florida.Y legisladores republicanos advirtieron que no aprobarán la extensión del derecho de autor de Disney sobre su principal personaje Mickey Mouse, que vence en 2024.Fue en represalia a la oposición de los ejecutivos de la empresa a una ley que prohíbe enseñar sobre sexualidad, orientación sexual y diversidad de género en las escuelas primarias de Florida, bautizada por sus detractores como la ley "No digas gay".La compañía también fue acusada por algunos sectores conservadores de "hacer activismo woke" por elegir a una actriz negra para protagonizar la nueva versión, con actores de carne y hueso, del clásico "La sirenita", en el que el personaje animado de Ariel (basado en el cuento de hadas de Hans Christian Andersen) aparece como una sirena de piel blanca y ojos azules (en ambas versiones es pelirroja).Por el contrario, la elección de una actriz de piel oscura fue aplaudida por muchas voces que no solo se sintieron representadas sino que además consideran que, dado que las sirenas son personajes mitológicos, pueden ser de cualquier color de piel.

La respuesta del psicoanálisis

El psicoanálisis tiene una respuesta clara a esta paradoja: la noción de superego (parte inconsciente del yo que se observa, critica y trata de imponerse a sí mismo por referencia a las demandas de un yo ideal.). El superego es una instancia cruel e insaciable que me bombardea con exigencias imposibles y que se burla de mis fallidos intentos de cumplir con ellas, la instancia a ojos de la cual soy tanto más culpable cuanto más trato de suprimir mis esfuerzos "pecaminosos" y satisfacer sus demandas. El viejo y cínico lema estalinista que se decía de los acusados que proclamaban su inocencia en los juicios-espectáculo ("cuanto más inocentes son, más merecen ser fusilados") es el superego en estado puro. ¿Y no reproduce McWhorter la estructura exacta de la paradoja del superyó?: "Debes esforzarte eternamente para comprender las experiencias de los negros/Nunca se puede entender lo que es ser negro, y si crees que lo entiendes, eres un racista". En resumen, debes pero no puedes porque no deberías: el mayor pecado es hacer aquello para lo que debes esforzarte... Esta estructura explica la paradoja del superyó señalada por Freud: cuanto más obedecemos al mandato del superyó, más culpables nos sentimos. 

Una serie de situaciones que caracterizan a la sociedad actual ejemplifican a la perfección este tipo de superyó-presión, como el interminable autoexamen que exige lo políticamente correcto:¿mi mirada a la azafata ha sido demasiado intrusiva y sexualmente ofensiva? ¿He utilizado alguna palabra con un posible trasfondo sexista mientras me dirigía a ella? ... El placer, incluso la emoción, proporcionada por tal auto-examen es evidente... ¿Y no ocurre lo mismo con el miedo patológico de algunos en las izquierdas liberales occidentales de ser culpables de islamofobia? Cualquier crítica al islam es denunciada como expresión de la islamofobia occidental, Salman Rushdie es denunciado por provocar innecesariamente a musulmanes y por lo tanto es (parcialmente, al menos) responsable de la fatwa que lo condenó a muerte, etcétera, etcétera. El resultado de tal postura es lo que uno puede esperar en tales casos: cuanto más indagan los izquierdistas liberales occidentales sobre su culpabilidad, más acusados son por fundamentalistas musulmanes de ser hipócritas que tratan de ocultar su odio al Islam. De nuevo, esta constelación reproduce perfectamente la paradoja del superyó: cuanto más obedeces lo que el Otro exige de ti, más culpable eres. Es como si cuanto más toleraras el Islam, más fuerte será su presión sobre ti…


PROBLEMAS DEL WOKE

El mayor de todos la gran confusión.

Estamos así ante un sistema ideológico que funciona invirtiendo el significado de los conceptos que reivindica. Nos obliga a caminar del revés. Sería bueno, por higiene intelectual, proseguir largamente este ejercicio de análisis del vocabulario Woke.

La contracultura WOKE no tiene en cuenta que el estado de bienestar se basa en un sistema complejísimo establecido. A este movimiento no le importa destruir el sistema que lo sustenta con tal de conseguir sus objetivos, lo cual es por lo menos cínico.

El progresismo woke desafía la Ciencia si sus postulados van en contra de los principios woke. Suelen negar la influencia de la biología y la teoría evolucionista.  Tema trans, identidad sexual, diferencias entre hombres y mujeres.

Nos enfrentamos a activistas de chapa y camiseta que desprecian la razón y los datos frente a la emoción y el sentimiento. Este con su furia fanática, su revanchismo social, su revisionismo histórico y su exacerbada corrección política está encaminado al fundamentalismo.

La ola Woke parece llevárselo todo por delante. La manipulación del lenguaje, nos introduce en un mundo paralelo, un mundo lleno de definiciones alternativas, que trunca la relación con lo real y nos obliga a ir evolucionando según los dictados de ideólogos acusadores que consideran que quienes les plantan cara merecen el destierro social: con razón se habla de cultura de la cancelación.

Para los Woke, la discriminación consiste en tratar a todo el mundo por igual. Y a la inversa: elegir a alguien -siempre y cuando se le considere racializado- en función del color de su piel no sería discriminatorio.

El odio solo puede ser en sentido único, unidireccional: solo la mayoría practica el discurso del odio.

En el corazón de la ideología Woke es el hombre blanco quien encarna el mal absoluto. Radicaliza lo políticamente correcto, pasando de criticar al Dead White Male a criticar al hombre blanco vivo, quien, para poder ser reeducado, debe entregarse a una autocrítica permanente: una forma de expiación sin redención, porque las patologías constitutivas de su identidad estarían hasta tal punto inscritas en los procesos de socialización que lo definen que jamás podrá arrancárselas del todo. Pero, al menos, denunciándose a sí mismo, criticando sus privilegios y haciendo todo lo posible para convertirse en el aliado de las “minorías”, enviará la señal penitencial que se espera de él. Solamente así conseguirá reencontrar su humanidad, o al menos podrá tender a ello. Podrá además mostrar su gratitud a esas personas de las minorías que le hayan permitido caminar hacia su “desblanquización”.

En 2019, Barack Obama lanzó una advertencia a esos estudiantes, en el sentido de que su pretensión de ser los “despiertos” (“woke”) en medio de una masa dormida, y los iluminados en medio de un pueblo sumido en las tinieblas del pasado, no podía más que multiplicar las tensiones en una sociedad ya muy polarizada. Aun siendo un hombre de izquierdas, seguramente Obama quiso recordar a esos espíritus juveniles que la naturaleza humana es problemática, y que el conflicto social no puede reducirse a un combate entre el bien y el mal.


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