Existencialismo

 


El existencialismo es una de las corrientes filosóficas más importantes del siglo XX. Después del choque de las dos guerras mundiales, el vacío cultural fue apodado por periódicos e intelectuales como «existencialista». En 1945, y para resolver toda esta confusión en torno a una corriente que no paraba de ganar adeptos, Jean-Paul Sartre dio su conferencia más famosa, que luego fue un libro fundamental: «El existencialismo es un humanismo».

El existencialismo es una corriente de pensamiento que busca respuestas a la existencia humana. No solo eso; la corriente existencialista trata, además, de llenar el vacío angustioso que se produce cuando el ser humano se cuestiona las bases de su presencia en el mundo. ¿Para qué estoy aquí? ¿Por qué he venido? Y, lo más importante: ¿tiene sentido que yo sea?. El existencialismo considera al ser humano como libre y absolutamente responsable de su propio destino. Huye de la abstracción de las corrientes filosóficas previas.

El existencialismo agrupa distintos pensadores contemporáneos como Jean-Paul Sartre, Karl Jaspers, Martin Heidegger y Gabriel Marcel. Todos ellos, a pesar de sus divergencias, apuntan a entender la existencia como aquello que hace a la esencia del hombre en su propia singularidad. Esto significa (y es una de las máximas más famosas del existencialismo) que la existencia precede a la esencia, no al revés. Encontramos un elemento que todos estos pensadores comparten: la búsqueda de un camino de superación de las normas morales y éticas que, en teoría, pertenecen a todos los seres humanos. Los existencialistas abogan por la individualidad; es decir, creen en la responsabilidad del individuo a la hora de tomar sus decisiones, por lo que estas deben estar supeditadas a sus propias necesidades, concretas e individuales, y no depender de una fuente moral universal, como podría ser una religión o una filosofía concreta.

Las bases del existencialismo se pueden rastrear a los trabajos de Kierkegaard —considerado el padre del movimiento— sobre la angustia, y también (aunque en menor medida) a la ruptura nietzscheana para con la metafísica tradicional. Desde su aparición, el existencialismo influenció notablemente a muchas disciplinas. Sus principales representantes son: Martin Heidegger, Karl Jaspers, Jean-Paul Sartre, Albert Camus, Simone de Beauvoir.

Escritores muy influenciados son  Miguel de Unamuno, Fiódor Dostoyevski, Thomas Mann y Franz Kafka, Hermann Hesse, Thomas Mann, Stanislaw Lem y Emil Cioran entre otros. 

Las películas de Ingmar Bergman, como El séptimo sello o Fanny y Alexander también son consideradas obras artísticas existencialistas. Lo mismo sucede con Solaris, de Andrei Tarkovsky, y El espejo o El sacrificio, del mismo director.


Origen e historia del existencialismo

La mayoría de los filósofos coinciden en poner a Søren Kierkegaard (1813-1855) como punto de partida del existencialismo.  Kierkegaard nació en el seno de una familia marcada por la inestabilidad psicológica de su padre, afectado de lo que, en la época, se denominaba “melancolía”, y que no era otra cosa que una depresión crónica. Fue creyente durante toda su vida, a pesar de que criticó de forma contundente a la institución eclesiástica luterana. 

Si bien es cierto que el primero en utilizar el término fue Jean-Paul Sartre, Kierkegaard se opuso al idealismo hegeliano (conjunto de teorías filosóficas que sostiene la primacía ontológica y gnoseológica de las ideas. Esto significa que las ideas tienen existencia autónoma, mayor grado de realidad que las cosas materiales y, además, son una forma más perfecta de acceder al conocimiento) y profundizó sobre distintos elementos retomados por la corriente existencialista como la angustia y la soledad. También hay puntos en común con el pesimismo de Schopenhauer (1788-1860) y algunas novelas de Fiódor Dostoyevski (1821-1881).

Sin embargo, el existencialismo como corriente filosófica nació estrictamente en el siglo XX

PRECUELAS: La Revolución Industrial, iniciada a finales del siglo XVIII, va convirtiendo paulatinamente al hombre en máquina. Se produce, además, una fuerte crisis religiosa, en la que tienen mucho que ver los descubrimientos científicos, como la teoría de la evolución de Darwin, entre muchos otros. Los movimientos obreros empiezan a adueñarse de las ciudades. La crítica hacia la burguesía y la Iglesia es cada vez más acusada y feroz. El progreso embriaga al ser humano, y este se olvida de Dios. El siglo XIX es, pues, el siglo positivista por excelencia.

Al mismo tiempo, Europa está inmersa en un armamento progresivo que desembocará en la Primera Guerra Mundial. Las potencias europeas firman continuas alianzas entre ellas, que resquebrajan el continente. Y, llegado ya el siglo XX, la cosa no mejorará en absoluto: tras la Gran Guerra, se produce el auge del fascismo y, con él, la Segunda Guerra Mundial.

Así, después de la Primera Guerra Mundial, y a medio camino a la segunda, Europa se vio atravesada por una profunda crisis ética y religiosa. La violencia y la muerte observadas a principio de siglo dejaron a la mayoría de la sociedad en un estado de escepticismo y desconfianza respecto a los valores dominantes hasta entonces. En este contexto de guerras y de muerte, el ser humano ha perdido la referencia. Ya no puede aferrarse a Dios y a la promesa de un mundo ultraterreno; el consuelo religioso ha perdido su capacidad de convicción. En consecuencia, hombres y mujeres se sienten desamparados en medio de un caos inmenso.

En este contexto, surgen las preguntas: ¿Quiénes somos? ¿Por qué estamos aquí? La corriente existencialista toma fuerza, y plantea si la presencia del ser humano en el mundo tiene algún sentido. Y, si lo tiene, se pregunta cuál es su papel (y su responsabilidad) en todo ello.


De este descontento, y como reacción a distintas tradiciones filosóficas vigentes (sobre todo al Idealismo, racionalismo y empirismo), nació el existencialismo entendido como un conjunto de trabajos teóricos que buscaba popularizar y desentrañar preguntas orientadas al sentido de la libertad, la nada, la responsabilidad y el absurdo.

Después de la Segunda Guerra Mundial el existencialismo se volvió un movimiento filosófico y cultural muy importante. Las obras de Sartre y Albert Camus, como los trabajos de Gabriel Marcel, pasaron a experimentar un éxito de ventas, así como también se popularizó la lectura de Ser y tiempo, de Martin Heidegger, por fuera de Alemania. Libros como La náuseaEl muro y El ser y la nada, de Sartre, y El extranjero y La peste, de Camus, circularon por gran parte del mundo occidental.

La conferencia de Sartre, “El existencialismo es un humanismo”, marcó un precedente en la historia filosófica y cultural europea: Jean-Paul Sartre, padre y cara del movimiento existencialista, definió y defendió las ideas que lo caracterizaban en una conferencia pública en el club Maintenant.

De la época son importantes los trabajos de Simone de Beauvoir, más allá de Sartre y Camus (quien rechazaba el mote de “existencialista”). El segundo sexo es una obra monumental que integra cuestiones existencialistas con inquietudes y problemáticas de otras formas de pensamiento, como por ejemplo, la lucha feminista y el rol de la mujer. También hay que mencionar el trabajo de Maurice Merleau-Ponty, fenomenólogo y, por un breve periodo de tiempo, amigo de Sartre. Su libro más conocido, y considerado como fenomenología existencialista, se tituló Fenomenología de la percepción.


Conceptos existencialistas

La existencia precede a la esencia

La idea de que la existencia precede a la esencia es uno de los puntos más importantes del existencialismo. En su conferencia El existencialismo es un humanismo, Jean-Paul Sartre explica esta idea con la imagen de un abrecartas. Mientras que un artesano produce un abrecartas ya sabiendo para qué lo va a utilizar, y por ello, sabiendo que su esencia precede a su existencia, el ser humano se origina de manera distinta.

Sartre sostiene que si hubiera un Dios creador, este contendría en su mente divina la esencia del hombre incluso antes de que existiera, tal como sucedía con el artesano y el abrecartas. Sin embargo, al declarar que Dios no existe, necesariamente el ser humano es aquel ser en el que la existencia precede a su esencia, ya que existe antes de poder ser definido por ningún concepto.

Sartre sostiene que el hombre comienza por existir, surge en el mundo, y después se define. El hombre empieza por no ser nada y solo siendo, a posteriori, es que se construye como un proyecto cuya esencia debe definir por sí mismo. Para el existencialismo ateo no hay naturaleza humana porque no hay Dios que la defina.

Elección, libertad, responsabilidad

En tanto ser libre, cada ser humano es responsable de sus actos. Cuando el existencialismo habla de la subjetividad, lo hace refiriendo a un sentido profundo de la decisión. El hombre se define a sí mismo con cada una de sus decisiones. Esto implica que en cada decisión, está eligiendo lo que él considera que debe ser el hombre. En ese sentido, cuando se elige, cuando opta por una forma de conducirse frente a los demás, está eligiendo cómo cree que deberían comportarse todos los hombres.

Así la elección es uno de los puntos clave en que se define al pensamiento existencialista. Ser enteramente libre para elegirse implica ser enteramente responsable para con todos los demás. Cada decisión conlleva un grado de responsabilidad tan grande que, como explica Sartre, la libertad y la responsabilidad siguen y son acompañadas por el peso de la angustia. Sin embargo, no debe entenderse a la angustia en un sentido pesimista, sino como la comprensión de la gravedad y la responsabilidad que implica tomar una decisión.

Quien opta por una forma de vida similar a la del existencialismo, quien se elige con autenticidad y responsabilidad, está obligado, cada vez que toma una decisión, a preguntarse ¿qué sucedería si todo el mundo hiciera lo mismo?. No es, entonces, una angustia que conduzca a la inacción, sino una angustia simple que experimenta todo aquel que se enfrenta al dilema cotidiano de tener que decidir por una u otra forma de actuar.

La responsabilidad provoca angustia

Si, como hemos afirmado, el ser humano posee un libre albedrío absoluto (idea en la que coinciden todos los pensadores existencialistas), ello quiere decir que sus actos son, única y exclusivamente, responsabilidad suya. Y es por ello por lo que el ser humano vive inmerso en una angustia perpetua.

En el caso de Kierkegaard, esta angustia es el resultado de la indecisión. La vida es una continua elección, un encuentro permanente con lo uno y lo otro. Es lo que el filósofo denomina “mareo o vértigo de libertad”. La conciencia de la propia responsabilidad y el miedo que esto conlleva es lo que lleva al ser humano a depositar sus elecciones en otras personas o en códigos morales universales. Según Kierkegaard, este es el resultado de la terrible angustia de tener que decidir.

Por su parte, Jean-Paul Sartre afirma que el ser humano es responsable no solo de sí mismo, sino de toda la humanidad. En otras palabras: la acción que emprendas a título individual tendrá consecuencias en la colectividad. Como vemos, la angustia en este caso se multiplica, ya que no es solo tu vida la que está en tus manos, sino la de toda la sociedad.

Esta angustia vital es la que lleva al ser humano a vivir una crisis profunda y a proyectar una mirada desencantada al mundo. Si, efectivamente, toda la responsabilidad moral recae en el individuo; si, como sostienen los existencialistas (inclusos los existencialistas cristianos como Kierkegaard) no podemos acogernos a un código de valores universal que nos guíe, entonces nos encontramos ante un abismo, ante la nada absoluta.


Escuelas existencialistas


Resulta difícil definir con precisión qué autores o pensadores pertenecen estrictamente al existencialismo. Se considera que existieron dos grandes escuelas o corrientes del existencialismo, y su clasificación se da según la postura que hayan adoptado respecto a la idea de Dios: el existencialismo ateo y el cristiano. Sin embargo, y en relación con este mismo punto, algunos autores contemporáneos sostienen que hay una tercera escuela existencialista: el existencialismo agnóstico, representado por Albert Camus.

  • El existencialismo cristiano. Propone que Dios existe y por ello es necesario, olvidarse de cualquier moral y norma preestablecida, válida en teoría para todos los seres humanos, y reemplazarlas por una serie de decisiones éticas y morales que emerjan en exclusiva del individuo y de su relación directa y personal con la divinidad. Todo esto conlleva, obviamente, una libertad absoluta, un libre albedrío sin límites que es lo que provoca, según Kierkegaard, la angustia en el ser humano.. Sus máximos representantes son Kierkegaard, Dostoievski (considerado como uno de los primeros representantes de la literatura existencialista. Obras como Memorias del subsueloLos demonios o Crimen y castigo son auténticos monumentos al sufrimiento y a la transformación del ser humano que, mediante el libre albedrío, accede a una espiritualidad superior.), Gabriel Marcel, Miguel de Unamuno (su obra Del sentimiento trágico de la vida en los hombres y los pueblos, donde el autor se basa en las teorías de Soren Kierkegaard para profundizar en el individualismo y en la angustia interna del ser humano) y Karl Jaspers

  • El existencialismo ateo. Se desmarca de cualquier creencia trascendental. Propone la inexistencia de Dios y utiliza esta afirmación como base para fundamentar que la existencia precede a la esencia. Jean-Paul Sartre es su máximo representante. Para él el libre albedrío y la libertad humana alcanzan su máxima expresión, al sostener que el hombre no es otra cosa que lo que él hace de sí mismo. En otras palabras, no hay nada definido cuando un ser humano llega al mundo; son sus propias decisiones son las que establecen su propio significado. Esto por supuesto entra en plena contradicción con la idea de la existencia de un Dios creador, ya que, si el ser humano llega a la tierra sin estar definido, es decir, sin esencia, no tiene ningún sentido suponer que ha sido creado por un ser superior. La existencia precede a la esencia, por lo que son solo la voluntad humana, su libertad y su libre albedrío, lo que pueden moldear el significado humano.


  • El existencialismo agnóstico. Propone que la existencia o no de Dios es irrelevante para el desarrollo del existencialismo. Albert Camus es uno de sus representantes más conocidos. Albert Camus es el padre de la filosofía del absurdo. El absurdo de Camus lleva la filosofía existencialista a su límite, porque a la pregunta de “¿Tiene sentido la vida?”, Camus responde con un “no” rotundo. Efectivamente, según este pensador, la existencia no tiene ningún sentido; la vida humana se hunde en el absurdo más absoluto. Por lo tanto, resulta estéril (e inútil) buscar respuestas. Lo que hay que hacer, pues, y según recoge el autor en su famosa obra El mito de Sísifo, es dejar de hacerse preguntas y, simplemente, vivir. Sísifo debe ser feliz mientras empuja la piedra, ya que no tiene ninguna manera de desligarse de ella.


La búsqueda de respuestas

En realidad, el existencialismo es una búsqueda, no una respuesta. Es cierto que, como hemos comentado anteriormente, los diversos pensadores aventuran varios caminos, pero ninguno de ellos satisface plenamente al conflicto existencial.

Soren Kierkegaard hace hincapié en una relación directa con Dios, más allá de códigos morales y éticos preestablecidos. Su filosofía es, pues, radicalmente contraria a la de Hegel, que olvida la individualidad como motor de avance. Para Kierkegaard, la evolución solo puede darse desde una constante elección vital, que emerge de la absoluta libertad y el libre albedrío del ser humano. Para acercarse a la verdad LA ANGUSTIA

Jean-Paul Sartre (1905-1980). Filósofo, escritor y novelista francés. Rechazó el Premio Nobel de Literatura en 1964 oponiéndose a las instituciones que buscaran mediar entre el hombre y la cultura.  El ser y la nadaLa náusea y La peste. Aboga por un existencialismo “sin Dios”, en el que el ser humano se hace a sí mismo mediante sus propias decisiones. El hombre existe en primer lugar; más tarde, se encuentra en el mundo, solo y desconcertado. Finalmente, y exclusivamente a través sus actos personales, se define a sí mismo, sin que en esta definición medie ninguna divinidad. Para acercarse a la verdad LA NADA. Este está en el seno mismo del ser, como un gusano, precisamente para que la consciencia libre pueda despegarse de sí.

Albert Camus (1913-1960) Novelista, dramaturgo, ensayista, filósofo y periodista francés. Es considerado como cercano al existencialismo, aunque en realidad su pensamiento se ubica dentro del absurdismo. Su Obra El mito de Sisifo & El extranjero, Para acercarse a la verdad LA ABSURDIDAD DE LA VIDA, afirma que el papel de Dios en la vida humana, así como el sentido de esta última, es completamente irrelevante, y que lo único que importa, en realidad, es vivir.

Karl Jaspers (1883-1969). Psiquiatra y filósofo alemán. Fue un referente de la reconstrucción alemana. Tras estudiar Medicina, se especializó en psiquiatría en la Clínica Psiquiátrica Universitaria de Heidelberg. Esta especialización le acercó a la filosofía y a la psicopatología, siendo innovador en el estudio de la naturaleza de la enfermedad mental. En la primera guerra mundial fue médico en el frente. Durante la época nazi, Jaspers fue despojado de su cargo por su origen judío y sus ideas, teniendo que vivir de manera clandestina durante esos años.Su obra más destacada De la verdad.& Filosofía y existencia. Para acercarse a la verdad LA COMUNICACIÓN

Martin Heidegger (1889-1976). Filósofo alemán. Es uno de los pensadores más importantes del siglo XX y de toda la historia de la filosofía occidental. También es uno de los más controvertidos En 1933 Heidegger fue nombrado rector de la Universidad de Freiburg, cargo que abandonó 12 años después. Cabe destacar su afiliación y su participación activa en el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán -más conocido como “Partido Nazi”-; de hecho, Heidegger intentó sin éxito convertirse en el filósofo de referencia de este movimiento. Desarrolló su propio concepto del "ser", el llamado "Dasein".

 Su obra El Ser y tiempo marcó un precedente y punto de quiebre ineludible para toda la historia de la filosofía que le siguió y sigue hasta el día de hoy. Para acercarse a la verdad LA MUERTE  la existencia no logra su totalidad mientras existe. Para él, la muerte representa una posibilidad de ser, la más genuina hasta afirmar que el hombre es un ser para la muerte.


Simone de Beauvoir (1908-1986). Filósofa, profesora y escritora francesa. Fue una activista feminista que escribió novelas y ensayos sobre feminismo, existencialismo y distintos problemas políticos, sociales y filosóficos. Su obra El segundo sexo, La Vejez (conspiración de silencio) Una muerte muy dulce (muerte de madre) & La ceremonia del Adios (muerte de Sartre). Para acercarse a la verdad LA LIBERTAD DE LAS VIVENCIAS EXISTENCIALES (para uno mismo y para los demás)



Fuente: https://humanidades.com/existencialismo/#ixzz8IMonIzoj


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