ESTOICISMO




 Guía rápida para entender a los estoicos



Para el estoicismo, todo está ligado por una ley natural, una razón universal. Una unión que integra también al ser humano, conectándolo con el mundo. El estoicismo es una guía para la vida cuyo propósito final es alcanzar la felicidad, o cómo ellos la denominan, la eudaimonia. Para alcanzar la ansiada felicidad, los estoicos cuentan con dos ingredientes: la virtud y la ataraxia, conocida también como tranquilidad. Y un tercero que no menos importante, que es la apatheia, o apatía. Los estoicos creen que podemos alcanzar la tranquilidad y la insensibilidad al dolor superando continuamente las pasiones, que creían que eran estados mentales que arruinaban la capacidad de razonar con claridad. El estoicismo se trata de la domesticación de las emociones, no de su eliminación.


El estoicismo ha sido una de las doctrinas más influyentes de la historia. Cuando oímos que alguien se toma las cosas «con filosofía» suele ser porque afronta la vida bajo las enseñanzas de los estoicos, y es que este movimiento filosófico tiene varias herramientas para, si bien no solucionarla, sí hacernos la vida más fácil. He aquí un resumen rápido para aquellos que quieran aproximarse a ella.Por Jaime Fdez-Blanco Inclán

Si hay una filosofía que ha conseguido encandilar a personas de toda condición y época esa es el estoicismo. Esta rama del pensamiento, cuya fundación debemos a Zenón de Citio, se mantendría en primera fila de la cultura filosófica durante nada menos que medio milenio (del siglo III a. C. al siglo II d. C.) y mantendría una influencia a través de los siguientes siglos como pocas veces ha visto la historia.

Una filosofía, dos nombres propios

Como hemos dicho, el fundador del estoicismo fue Zenón de Citio, discípulo de Crates de Tebas (Cínico. El griego Antístenes fue su fundador y Diógenes de Sinope uno de sus filósofos más reconocidos y representativos de su época. Reinterpretaron la doctrina socrática considerando que la civilización y su forma de vida eran un mal y que la felicidad venía dada siguiendo una vida simple y acorde con la naturaleza. El hombre llevaba ya en sí mismo los elementos para ser feliz y conquistar su autonomía; era de hecho el verdadero bien. De ahí el desprecio a las riquezas y a cualquier forma de preocupación material. El hombre con menos necesidades era el más libre y el más feliz.) al que conoció después de naufragar frente a las costas de Atenas. Zenón desarrolló su pensamiento a partir de las tesis cínicas de su maestro (de ahí la clara sintonía entre ambas filosofías en varios aspectos).

Sin embargo, quien convirtió al estoicismo en una doctrina de relevancia fue Crisipo de Solos, quien dirigió la Stoa (la escuela estoica, ubicada en el pórtico pintado de Atenas) desde el 232 a. C. al 204a.C. Gracias a su enorme talento dialéctico y a su gigantesca producción -nada menos que unas 700 obras, de las que tristemente solo nos han llegado fragmentos-, Crisipo consiguió no solo que el estoicismo fuera una filosofía de gran relevancia, sino que la Stoa llegase a superar a la Academia de Platón y el Liceo de Aristóteles.

Si bien hubo otros filósofos de renombre en esta escuela -como Cleantes, Panecio, Posidonio y su más famoso discípulo, Cicerón- tendríamos que esperar al Imperio Romano para que llegara la nueva remesa de filósofos de enorme fama, con Séneca, Epicteto y el emperador filósofo Marco Aurelio.

Tras la muerte de Marco Aurelio, el estoicismo comenzó a entrar en decadencia. El auge del cristianismo afectó negativamente a todas las escuelas filosóficas helenísticas, que fueron rechazadas por ser contrarias a la doctrina cristiana. Finalmente, en el siglo VI Justiniano cerró las tres grandes escuelas filosóficas de Atenas (el Liceo, la Academia y la Stoa).

Fue en la década de 1970 cuando el estoicismo volvió a crecer en popularidad. Un poco antes, en la década de los cincuenta y los sesenta, los psicólogos Albert Ellis y Aaron T. Beck desarrollaron la terapia cognitivo-conductual con un importante fundamento en esta filosofía del mundo antiguo (especialmente en la estoica de la que recogía la necesidad de entender las emociones y no de reprimirlas).

En la actualidad, el movimiento moderno del estoicismo se apoya enormemente en las redes sociales y las comunidades digitales.


El hombre y su moral, preocupación principal

Básicamente, para los estoicos, no podemos alcanzar la felicidad o eudaimonia sin vivir de acuerdo con la virtud. Los estoicos destacan cuatro grandes virtudes cardinales

Sabiduría: incluye deliberación, buen juicio, perspectiva, buen sentido. (Las otras tres son manifestaciones de esta)

Justicia: incluye bondad, benevolencia, servicio público, trato justo.

Coraje: incluye valentía, perseverancia, autenticidad (honestidad), confianza.

Disciplina: incluye orden, autocontrol, perdón, humildad.

Los estoicos tenían claro que actuar con virtud debía de ser la propia recompensa. Te comportas de una manera determinada porque es lo correcto. Actúas de acuerdo con la naturaleza, la razón y la virtud porque es lo correcto. No importa tanto el resultado que tengan tus acciones, lo verdaderamente gratificante es actuar bien y avanzar hacia la buena vida.

El centro del estudio de los estoicos es muy claro: el ser humano. Toda su filosofía está destinada al hombre, y más concretamente, a su moral. Lógica, física y ética se presentan al servicio de la persona con un objetivo que nunca parece perder el rumbo: enseñarnos a vivir de acuerdo a nuestra naturaleza.

Los estoicos admiten dos principios: la materia y la razón. Pero esta última, en realidad, no es algo separado, sino que podemos encontrarla en todas partes. Razón y Dios se identifican, según los estoicos, porque Dios es el rector del mundo y, al mismo tiempo, su sustancia. Es por este motivo que podemos decir que la naturaleza del mundo es racional.

Todo está ligado por una ley natural, una razón universal, por decirlo de alguna manera.Los estoicos son, por tanto, deterministas. Creen que los sucesos del mundo están preestablecidos y nosotros poco podemos hacer para cambiarlos.

Autarquía: autosuficiencia para ser feliz

Como los cínicos, los estoicos consideran que el ideal del sabio es conseguir no necesitar nada ni a nadie para alcanzar la felicidad en la vida. ¿Y cómo se alcanza esa felicidad? Viviendo conforme a nuestra naturaleza racional, es decir, viviendo virtuosamente.

El ideal estoico es el que nos transmitió Epicteto: soporta y renuncia. Soporta, porque tu destino va a ser el mismo te guste o no. Es un plan establecido por la divinidad del que no puedes escapar, así que no tenemos más elección que seguir dócilmente o dejar que nos arrastre. Y renuncia, porque siempre nos será más fácil alcanzar la paz, y con ella la ansiada felicidad, si no estamos dominados por nuestros deseos y apetitos. Si tenemos pocas necesidades y sabemos controlar nuestras emociones, vivir felizmente será muy sencillo, de ahí la importancia de seguir ambas reglas.

Todo interior, nada exterior

El punto de partida de la ética estoica es que la verdadera felicidad depende únicamente de nosotros mismos. Estas ideas son las que convierten al estoico en un personaje inexpugnable. Nada de lo que hay en el exterior le importa, puesto que todo su esfuerzo está en alcanzar la virtud, en lo que de él depende, en lo que nadie puede arrebatarle… en su interior. Esa es la clave de su fortaleza.

Por mal que le vayan las cosas, el estoico nada teme, pues ha alcanzado la ataraxia, la imperturbabilidad de ánimo (tranquilidad interior). Este concepto es su objetivo final, de la misma manera que el budista persigue alcanzar la iluminación. De este modo el estoico logra vivir en completa paz conforme a su naturaleza. Ante un hombre que acepta su destino y solo se preocupa por vivir de manera virtuosa, ni las emociones, ni el placer, ni el dolor o las riquezas tienen poder. Se posiciona por encima de las cosas materiales y se hace completamente independiente.

Epícteto añade el concepto de eficacia exterior que se refiere a la consecución de nuestros objetivos,  a través de diferenciar qué depende de nosotros y qué no, y actuar en consecuencia, podemos tener paz mental y conseguir lo que nos propongamos.

«Bajo control están las opiniones, las aspiraciones, los deseos y las cosas que nos repelen. Fuera de control, sin embargo, hay cosas como el tipo de cuerpo que tenemos, el haber nacido en la riqueza o el tener que hacernos ricos, la forma en que nos ven los demás y nuestra posición en la sociedad.», prosigue Epicteto.

Dicotomía de control: Céntrate en lo que puedes controlar. Séneca nos dice “Solo tras haber aprendido a distinguir entre lo que puedes controlar y lo que no, serán posibles la tranquilidad interior y la eficacia exterior”. Nuestros pensamientos están bajo nuestro control (Epícteto).


Distingue entre bueno, malo y lo indiferente

Algunas cosas son buenas, otras malas y otras indiferentes. Lo bueno es la virtud, lo malo lo que se aleja de la virtud. Lo indiferente son cosas como la riqueza, la salud o la reputación. ¿Dónde debes buscar entonces lo bueno y lo malo? En ti, en lo que te pertenece. En lo que no te pertenece no debes usar los términos bueno o malo.

Epicteto.


Pausa Crítica Ejercicio que te permite tomar conciencia de lo que está pasando contigo este momento preciso (acciones, emociones, pensamientos)

Visualización negativa: Al pensar en lo peor que pueda pasar en un futuro, los estoicos se fortalecen y anticipan a los posibles acontecimientos para que puedan enfrentarlos con calma, racionalidad y paciencia si llegan a ocurrir finalmente.

Incomodidad voluntaria: Los estoicos defendían el disfrute de los placeres de la vida cuando estos estuviesen disponibles. Ya advertían de sus peligros, ya que si nos dejamos atrapar por el placer y la comodidad, nos podemos convertir en esclavos de estas cosas. Para no caer en las trampas de los placeres, los estoicos nos proponían una estrategia muy eficiente que consistía en evitar de forma temporal algunos placeres y comodidades de las que disfrutamos a diario. Practicar esta privación temporal nos aporta numerosos beneficios físicos y psicológicos. También nos hace apreciar más lo que tenemos.

Evita que nos acostumbremos a vivir en nuestra zona de confort. Al salir con frecuencia de esta zona en la que nos sentimos cómodos y seguros, expandimos nuestro entorno de «seguridad» y cuando nos toque sufrir de manera involuntaria, sufriremos menos al estar mejor adaptados a ese «dolor».


Una teoría sensualista La teoría del conocimiento de los estoicos parte de la experiencia sensible. Es decir, de los sentidos. Para los estoicos se trata de un proceso que pasa por diferentes etapas. En primer lugar, lo que nos llega por los sentidos deja una representación (una impresión, dice Zenón) en nuestra razón, que, como ya hemos dicho, es la parte de «divinidad» que poseemos y que nos conecta con la racionalidad de la naturaleza. Sin embargo, esas representaciones no son aún conocimiento sino una opinión. Para que se convierta en conocimiento, esa representación debe poseer una evidencia que invite a la inteligencia a aceptarla. Ese consentimiento debe darlo el hegemonikon, el Yo. El conocimiento llega cuando los datos que nos ofrecen los sentidos pasan por el tamiz de la racionalidad.

Cosmopolitas: Los estoicos, a diferencia de los cínicos, no despreciaban a sus semejantes ni a la sociedad. Para el cínico, todos aquellos que vivían erróneamente no eran más que unos mentecatos, que merecían ser insultados y ridiculizados por su estupidez (Diógenes). No trataba de corregir o servir de ejemplo a sus semejantes, sino que se contentaba con menospreciarlos.

Los estoicos, por su parte, tienen esa visión crítica, pero no comparten la forma. De hecho, para ellos la idea de comunidad es sumamente importante. Ahora bien, fieles a su pensamiento y su idea de que el mundo está unido por el fino hilo de la racionalidad, se consideraban ciudadanos del mundo. No creían en ser de aquí o allá por motivos de nacimiento o cultura. Ellos eran de la razón y la virtud, dondequiera que estas reinarán.


«Estoicismo cotidiano», de Ryan Holiday (Océano).

https://filco.es/guia-rapida-entender-estoicos/


Nada es bueno ni malo: 10 principios del estoicismo que pueden ayudarte en la vida


Muchos de los principios diseñados por los padres del estoicismo continúan vigentes hoy. Estos son algunos de ellos:

Principios:

  1. Memento mori: Recuerda que morirás. La vida es finita, vive el momento presente, no dejes nada para después. Valora lo que tienes, cuida tu compañía, habla despacio.

  2. Reconoce tus errores. Trabaja en tus áreas de mejora. Equivocarse no es importante, sí lo es rectificar, buscar soluciones y trabajar en la mejora continua (KAIZEN), obtener un aprendizaje de cada error cometido.

  3. Somos iguales. Los humanos no somos tan diferentes, compartimos sentimientos y emociones. Y todos somos parte de la misma esencia. Practicar la empatía es saludable. Sé estricto contigo mismo y tolerante con los demás.

  4. Nada es bueno ni malo. Lo importante no es lo que nos sucede, que es inevitable y neutral, sino la forma de interpretar y afrontar cada situación. Es cuestión de perspectiva. Lo que sucede, conviene. Lo importante es comprender, utilizando la razón, averiguar qué podemos hacer y aceptar sin resistencia lo que no depende de nosotros.

  5. No sufrir por lo que no ha ocurrido. Puede pasar cualquier cosa, pero si no ha sucedido, no te adelantes y no anticipes un dolor que, quizá, no llegue. Y que, si llega, será inevitable.

  6. Escribir un diario. En opinión de los estoicos, dedicar un tiempo cada día a reflexionar por escrito, es un buen hábito, que ayuda a reflexionar sobre las acciones de cada día y a estar más vigilantes con nosotros mismos.

  7. Contacto con la naturaleza. Respirar aire puro, pasear por el entorno, disfrutar del aire libre y contactar con nosotros mismos, una forma eficaz de aquietar la mente.

  8. Trabaja con efectividad. El trabajo constante y humilde es el camino hacia la mejora. Trabaja cada día, construye lentamente. No procrastines.

  9. Necesitamos muy poco. Tenemos mucho más de lo que necesitamos, hacemos y decimos más de lo necesario. Sería bueno cuestionarnos esto, dispondríamos de más tiempo para lo que sí es esencial y de más tranquilidad. Elimina lo que no sea necesario.

  10. Amor fati: aprende a amar el destino, abrázalo. Que las cosas no salgan como quieres no significa que salgan mal. Encuentra un aprendizaje en cada experiencia que creas negativa. En realidad, no lo es. Lo negativo es tu actitud y la puedes cambiar. No desaproveches las experiencias.

https://www.lavanguardia.com/vivo/psicologia/20220321/8139046/estoicismo-filosofia-vida-cobra-dia-mas-fuerza-nbs.html


esto es una columna de opinión pero me ha parecido im-precionante,leetela

LA PERVERTIDA VISIÓN DEL ESTOICISMO HIPERMODERNO

Tener que entrenarse específicamente para cuando nos vengan mal dadas tiene un halo masoquista y pesimista, además de mostrar una envilecida visión de la vida. Se trata de una perspectiva limitada: ¿acaso no existe una placentera vida en comunidad?

Lean a todos los estoicos, subrayen, apunten, reflexionen, cómprense el cuaderno del estoico y practiquen los estoico-ejercicios. Escuchen cada uno de los podcasts que sigan la doctrina, a ser posible en bucle. Después de unos meses de intensa inmersión en eso que llaman estoicismo, si todavía no han conseguido domeñar su voluntad, fortalecer su umbral de sufrimiento o convencerse de las bondades del desapego, siempre pueden poner en práctica los consejos de los estoico-famosos, como Jeff Bezos o Jack Dorsey (fundador de Twitter), y levantarse a las cinco de la madrugada para darse un baño en hielo. También tienen la posibilidad de adiestrarse durmiendo en el suelo de la cocina un par de días al año, «permaneciendo secos y sobrios cuando el pueblo está ebrio […]  o comer de manera escasa y regular, vistiéndose, de vez en cuando, con tejidos ásperos y rugosos», como defendía Séneca. Les deseo toda la suerte del mundo.  

No me entiendan mal, no tengo nada en contra de los estoicos o de su doctrina. Es más, utilizo algunas de sus teorías y aconsejo la lectura de algunos de sus libros, a pesar de que Epicteto no escribiese nada y de que el texto de Marco Aurelio genere dudas en algunos eruditos sobre su composición. 

No obstante, creo que hay una parte de su mensaje que se ha romantizado, esquematizado y pervertido tanto que este hiperestoicismo que impera nos impulsa a pensar que los problemas son una oportunidad de crecimiento (y que abrazar el sufrimiento es, por tanto, el inicio del progreso). Repito la frase: los problemas son una oportunidad de crecimiento y abrazar el sufrimiento es el inicio del progreso. 

«El dolor y el sufrimiento se imponen, pero el placer demanda de una implicación intelectual para lograr un mayor deleite»

Igual soy yo, pero pienso que prepararse para sufrir puede que no sea la mejor manera de enfocar un proyecto de vida. A todo esto, dudo mucho que un simulacro de sufrimiento sea equiparable al sufrimiento en sí. Personalmente, creo que tan sólo sufriendo se aprende a sufrir. Y la gestión de ese sufrimiento sólo se puede hacer desde el propio dolor, si bien estoy convencido de que tener vínculos estrechos con seres queridos ayuda en el proceso. No en vano Bertrand Russell abogaba, cuando la infelicidad se enquistaba, por abandonar el ensimismamiento poniendo el foco atención fuera de uno mismo. 

Tener que entrenarse específicamente para cuando nos vengan mal dadas tiene un halo masoquista y pesimista, además de mostrar una envilecida visión de la vida que no termina de convencerme. Si algo ha puesto de manifiesto la historia de la humanidad es que, entre otras muchas cosas, el ser humano, en la mayoría de las ocasiones, sabe sufrir. No es una lección que tengamos que estudiar o entrenar, sino una realidad que se impone y a la que nos enfrentamos sin paliativos. Por mucho que nos preparemos para lo peor, cuando lo peor llega, lo hace sin avisos ni prescripciones, sin seguir guiones establecidos y, desde luego, sin pedir permiso.

Tengo discrepancias con esa manera de orientar el estoicismo hacia un ejercicio encaminado exclusivamente a la productividad individual. El trabajo sobre uno mismo, con uno mismo y hacia uno mismo (autoayuda, autoconocimiento o autodeterminación) puede acabar siendo tan descorazonador que el sujeto termine arrinconando el cuidado de ese corazón educado y con buen gusto al que alude el filósofo Javier Gomá. Por eso creo que es fundamental estrechar vínculos y generar interdependencias en las que uno se religue con sus semejantes. Igual sería más eficaz diversificar todo ese aprendizaje neoestoico en el trabajo de la voluntad, a la par que cultivar un espíritu atento y cuidadoso.

Otra de las discordancias que tengo con el estoicismo, extensible a más doctrinas, es la falta de una pedagogía del placer. El dolor y el sufrimiento se imponen, pero el placer demanda, a mi entender, de una mayor implicación intelectual de cara a lograr un nivel de deleite. En esta faceta, el estoicismo se muestra como una doctrina limitada desde el momento en el que omite, en la mayoría de los casos, la posibilidad de una vida gozosa en comunidad. 

Todo esto no es óbice para poner en valor las enseñanzas que el estoicismo propugna, ampliándolas hacia el cultivo, desde la alegría, de una sana interdependencia donde nuestra atención no se enfoque tanto en limitar y domeñar nuestros deseos, sino en educar y compartir los placeres a través de un afectuoso apego con el semejante.

Baste como corolario las palabras de David Hume: «Haced que las fuerzas y elementos de la naturaleza se dediquen a servir y a obedecer a un hombre… que la tierra le proporcione espontáneamente todo lo que le es útil y agradable, pero éste continuará siendo un desgraciado hasta que le proporcionéis otra persona con la que pueda disfrutar de su felicidad, y de cuya estima y amistad pueda gozar».

autor José Carlos Ruiz

@srjosekarlos

https://ethic.es/2023/01/la-pervertida-vision-del-estoicismo-hipermoderno/


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